La agorafobia, caracterizada por un miedo desmesurado e irracional ante situaciones o
lugares donde la posibilidad de escapar se percibe como difícil o embarazoso, experimentó un
aumento en su incidencia debido al impacto psicológico del confinamiento en 2020, marcado
por la disminución del contacto social. Este trastorno, ubicado entre los más incapacitantes de
los fóbicos, limita sustancialmente la capacidad de llevar a cabo actividades cotidianas.
En relación a la intervención, este programa está dirigido a la población de mayor
incidencia, jóvenes de 18 a 30 años con manifestaciones subclínicas o diagnóstico de
agorafobia con o sin ataques de pánico. Este programa adopta un enfoque por niveles,
permitiendo a los profesionales aplicar cada uno de ellos en base a la gravedad de la
problemática, mediante una psicoterapia integradora que fusiona diversos enfoques
terapéuticos. Se aplicará una evaluación exhaustiva que se realiza en tres momentos
específicos: antes, durante y al término del tratamiento, con seguimientos a los 6 y 12 meses.
La conclusión resalta la necesidad de un enfoque personalizado y herramientas de
evaluación validadas y sensibles a los cambios terapéuticos. Este programa representa un
avance hacia intervenciones más efectivas y la mejora en la detección y tratamiento temprano
de la agorafobia
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