El gas natural es una de las fuentes de energía más utilizadas y una herramienta clave de la transición energética para hacer del planeta un lugar más sostenible, en vista que este combustible fósil es el que menos gases de efecto invernadero genera. Compuesto casi en su gran mayoría por metano (CH4), emite menos dióxido de carbono (CO2) y contaminantes del aire que los combustibles a los que ha ido reemplazando durante los últimos años, sobre todo el carbón. De este modo, resulta un instrumento fundamental para impulsar la transición energética. Por un lado, este recurso natural ha servido como proceso de transición a las energías renovables impulsadas principalmente por Europa, así como podemos observar también países como los latinoamericanos que utilizan esta energía como soporte para acompañar otras fuentes energéticas como las hidroeléctricas.
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